lunes, 16 de enero de 2012

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Continuidad de la vida.
Uno de los problemas fundamentales en la ciencia bilógica es el de desentrañar los mecanismos y las causas de la continuidad de la vida. Las investigaciones han llevado a entender que a pesar de la diversidad de formas, la vida tiene una unidad y una continuidad, pero como toda teoría científica, la teoría celular no es más que una red de conceptos que dada su articulación, proporciona una explicación acerca de los fenómenos, que se acepta como verdadera de manera provisional. Con el avance de la investigación científica, se han encontrado sistemas considerados vivos, que escapan a la gran generalización. Estos sistemas son los seres vivos.
Los virus son agregados moleculares constituidos por moléculas de ácido nucleico cubiertas por una capa de proteínas. No tienen una estructura celular ni realizan un metabolismo. Se cristalizan como lo hacen algunas sustancias químicas, sin embargo, tienen una propiedad derivada de su ácido nucleico y es que se multiplican, siempre y cuando estén dentro de una célula. La multiplicación es la razón de que se consideren objeto de estudio de la Biología. La existencia y características de los virus se explican desde el punto de vista evolutivo, como un punto de transición entre la materia inerte y la vida en el proceso evolutivo de la materia en el universo.
Los problemas que surgen al intentar el conocimiento y explicación de la continuidad de la vida son múltiples, toda vez que el fenómeno se expresa en los diferentes niveles de organización de la materia viva, tanto en el ecológico, el de población y el individual, como en el orgánico, el histológico, el celular y el molecular. El estudio de la diversidad y la evolución de los sistemas vivos plantean la necesidad de conocer los procesos que han permitido que la vida se conserve en el tiempo y se extienda en el espacio, las primeras formas de vida aparecieron como un número limitado de patrones estructurales básicos que se diversificaron ampliamente y aunque muchas especies se extinguieron, aparecieron otras, de manera que la vida continúa sobre la Tierra.
Los mecanismos por los cuales se asegura dicha continuidad, son la reproducción y la herencia. Con la primera se forman nuevos individuos, en cantidad tal, que no sólo se sustituye a los que mueren, sino que se producen suficientes para ocupar nuevos espacios; con la segunda se asegura que las características de las especies se conservan de una generación a otra, que los hijos se parezcan a sus padres, pero también que los descendientes vayan adquiriendo caracteres que representen posibilidades de adaptación a nuevos ambientes.
La reproducción es una de las funciones vitales, junto con la de nutrición y la de relación; estas se dirigen a la supervivencia del individuo, mientras que la reproducción tiene como finalidad la supervivencia de la especie. Se puede definir a la reproducción como el proceso por el cual uno o dos organismos forman un nuevo individuo. La reproducción asegura, por un lado, la perpetuación de la especie y, por otro, el incremento del número de individuos que de este modo aumenta la capacidad colonizadora de dicha especie. De acuerdo con los postulados de la teoría celular, todos los organismos están formados por células y han tenido su origen a partir de una célula.
Las etapas críticas de la reproducción, incluso de la humana, se llevan a cabo en el nivel microscópico de la célula. La reproducción celular permite a la célula progenitora distribuir con exactitud tanto genes como componentes celulares a sus células hijas mediante un proceso denominado división celular. En los procariotas, la división celular se lleva a cabo por la vía de la fisión binaria. En los eucariotas, la división celular se efectúa por la vía ya sea de la mitosis o de la meiosis.
Se conceptualiza a la reproducción como un proceso que se desarrolla en diferentes niveles de organización desencadenándose por acción de otros fenómenos, fundamentalmente el crecimiento. En efecto, el que un organismo complejo, planta o animal se reproduzcan, depende de que logren cierto límite de crecimiento, mismo que se alcanza por la reproducción y aumento en el número de células que lo constituyen. A su vez, las células se reproducen cuando adquieren determinado tamaño, lo cual es producto de una reproducción molecular, que se logra mediante el aporte de materia y energía a los sistemas celulares. En síntesis, la reproducción, es decir la formación de nuevas unidades vivientes, dependerá de la eficiencia de los procesos metabólicos que aseguran la obtención y aprovechamiento óptimo de la materia y la energía en los sistemas vivos.
En el mundo vivo tan diverso, hay sistemas que por su simplicidad, el mecanismo reproductor queda en el nivel molecular, como en los virus; otros, los seres unicelulares, alcanzan el nivel de reproducción celular y, los organismos más complejos, el nivel individual. El crecimiento de una célula, para alcanzar el límite en el cual se desencadena su reproducción, involucra el incremento de moléculas que la constituyen, proceso que se lleva a cabo mediante la adquisición de moléculas del medio externo, para ser incorporadas al sistema celular tal como son absorbidas, o para ser procesadas metabólicamente. La forma más simple por la cual una célula crece, es la adición o acumulación de moléculas que provienen del exterior, por ejemplo, agua y sales minerales. Otros mecanismos más complejos para el crecimiento son la síntesis enzimática, la síntesis con base en un patrón y la auto duplicación.
Los procesos de reproducción molecular dan por resultado el crecimiento de las células a un límite tal, que se pierde el equilibrio entre el volumen del núcleo y citoplasma con la superficie de sus membranas, momento crítico que desencadena la reproducción.

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